martes, 11 de marzo de 2014

Obsolescencia programada, el gran engaño


Según Wikipedia, se denomina obsolescencia programa u obsolescencia planificada a la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio, de modo que tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.

Seguramente, esta descripción habrá causado más dudas todavía, sin embargo, seguro que todo queda mucho más claro si definimos obsolescencia programada con un pequeño dicho: “las cosas están diseñadas para que fallen”.  Este concepto, se remonta a la época de la gran depresión, donde muchos empresarios conseguían grandes lucros y beneficios.

Introducido dicho término, quiero lanzar una pequeña reflexión a todos aquellos lectores que, sin saberlo, agravamos este gran problema. Uno de los máximos exponentes en obsolescencia programada es el mercado de los smartphones, en el que Apple no se queda fuera. ¿Por qué Apple no lanzó un smartphone con una pantalla mayor en la última Keynote, aún a sabiendas de la gran demanda colectiva? ¿Por qué las baterías de los terminales actuales no sobrepasan las 24 horas para un uso “normal”? Aquí tenemos preguntas, cuyas respuestas se definen en dos palabras, ¿adivináis cuales? Obsolescencia programada.

En la actualidad, todas las grandes compañías tienen muy presente esta estrategia, no obstante, deben saber controlarla, pues en ocasiones puede volverse en su contra. Apple se ha visto afectada en los últimos años, las críticas hacia su falta de innovación han crecido de gran manera y muchos clientes han decidido pasarse a la competencia, ya sea Samsung, Sony o HTC. La empresa que en 2006 revolucionara la industria tecnológica, se ha visto superada en varias ocasiones en cuanto a ventas y beneficios.

Debemos tener en cuenta  que este concepto no siempre es negativo, el único problema aparece en la multitud de consecuencias que produce, muchas de ellas equívocas. Si se considera  como una estrategia para incentivar a las empresas a mejorar sus productos, las posibilidades tecnológicas se verán en aumento. No obstante, cuando se utiliza la obsolescencia programa como fraude, obligando al usuario a cambiar su “lo que sea” cada poco tiempo, se convierte en el gran engaño de la era tecnológica.

Posiblemente no quede otra opción más que agachar la cabeza, y continuar caminando en masa al ritmo que marca el mercad. Tal vez ya sea demasiado tarde para cambiar este concepto, o tal vez no.

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